Si sin saber nada del personaje después de haberme leído un único libro de Houellebecq (Plataforma, os lo podéis ahorrar) me dices que su autor es un mal bicho me vas a causar cero unidades de sorpresa.
En el caso de Gaiman tenemos a buena parte del fandom en shock porque le atribuíamos como persona los valores positivos que encontrábamos en sus obras. Hasta mediados del año pasado parecía un ser de luz. Con Sandman había firmado historias maravillosas incluyendo una representación de una mujer trans normalizada y humanizada como no se había visto nunca. También se le solía acreditar como el responsable de abrir el cómic a un público más diverso, especialmente el femenino.
Una cierta sensación de duelo como fan es inevitable. Te preguntas si hay algún subtexto que se te escapó que debería haberte hecho saltar las alertas. O si simplemente te han vendido la moto durante varias décadas proyectando una imagen de virtud pública que ocultaba miserias privadas. Luego te enteras de su pasado cienciólogo y demás detalles extraños y te empiezas a plantear cuánta gente lo sabía y lo encubrió durante años.
La decepción es inevitable, así como el pensar cuánta gente de la que tienes idealizada en realidad son unos miserables en privado.
No podemos tener nada bonito.
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