Pasé unas semanas en casa de mi familia cuidando a Luna y Dama, las perritas; aunque en realidad me cuidaron más ellas a mí. Leí este libro de Benedetti de la biblioteca de mi madre:
Le gustaba la gente pero no se encadenaba. Se entretenía con el paisaje pero al final se empalagaba de tanto verde y añoraba el hollín de las ciudades. Saboreaba las tensiones metropolitanas, pero llegaba un día en que se sentía cercado por los imponentes bloques de cemento.
Me pasa a menudo: si estoy en la ciudad, quiero estar en el campo; y cuando estoy en el campo, quiero volver a la ciudad. Voy y vengo a menudo.
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