Somos seres que han dejado de caminar…
Porque quizás no te fijes pero tu también lo haces, podría decirte que si no lo estás haciendo en estos momentos lo harás más adelante, pero déjame decirte que lo harás, y no es que sea algo malo, al fin y al cabo yo también lo hago, de esa manera y con un simple gesto, puedo decir que estoy equivocado, o lo estaba, uno no comienza a caminar por caminos distintos si antes no te has llevado una ostia de realidad que te a hecho cuestionarte todo cuanto creías cierto. Así que dime ¿has acabado ya de mirar tu smartphone?
Somos una sociedad enganchada a un dispositivo, mitad ocio mitad herramientas, podríamos aplicar ciertas normas en las que se deja claro que el ser humano es una raza que necesita sociabilizar. Tenemos que tener siempre cerca nuestro smartphone, tenemos que tenerlo las 24 horas encendido, quizás si que, y solo tal vez, silenciados a la hora de dormir, pero esto no siempre sucede, al fin y al cabo los smartphones nos han enseñado a que debemos estar siempre, no importa el lugar ni la situación, si la situación no lo permite se responde para decir que la situación no es la apropiada, pero lo hacemos, estamos ahí. Tenemos que tener nuestro smartphone en constante actividad, ya sea para publicar una fotografía en una red social, responder un mensaje de WhatsApp o simplemente hacer una consulta en internet, podemos estar delante de un pc pero eh, miramos nuestro smartphone por si acaso.
Hemos dejado nuestra vida en manos, o en circuitos en este caso, de un dispositivo electrónico: toma los datos de mi cuenta corriente, toma mis cuentas de correo y sus contraseñas, todas mis fotografías, todos mis contactos, todo. Lo absurdo del ser humano en un dispositivo que cabe en el bolsillo de un pantalón, tenemos nuestra vida en un simple y mero objeto inanimado ¿cuantas veces habremos escuchado “es que en el móvil llevo toda mi vida”? Dejame decirte que estamos equivocados, si tenemos que depender de un smartphone para vivir deberíamos hacer una alto en el camino y pensar en que estamos fallando.
No podemos negar que los smartphones, siempre y cuando sepamos usarlo con sentido común, son herramientas útiles ¿necesarias? Necesitamos las personas que nos rodean y somos incapaces de decirlo porque estamos demasiado ocupados mirando la pantalla de un móvil. Porque puedes substituir tu smartphone pero no a esa persona a la que tanto quieres, y cuando no esté ¿te has fijado? Estarás solo, cambia ahora de smartphone, esa persona no va a volver. Y lo siento, me parecer absurdo el que hagamos fotografías de todo cuanto nos rodea “para tener un recuerdo”, perdoname que te diga pero es tu cerebro quien va a recordar el momento, si algo no se recuerda quizás ese momento no fue tan importante, tu mente va a vivir una y otra vez ese momento ¿una fotografía? Pasará al olvido cuando la borres de tu dispositivo.
Hemos convertido los smartphones en maquinas de callar a los más pequeños, maquinas capaces de callar incluso a los mayores para que dejen de tocar los webs con sus batallitas, “toma y calla”. Pero resulta curioso, hemos creado una juventud que sabe defenderse con un smartphone pero a la cual pones delante de un pc y ¡Un Excel, socorro!, y de acuerdo, quizás haya apuntado un poco alto, lo dejaremos en “Crear un pdf” y será incapaz de saber con que programa se hace, resulta irónico que esos que tanto presumen de saber defenderse con un smartphone sean incapaces de hacerlo con un pc cuando estos últimos son necesarios para que los otros existan y, me atrevería a decir que la gran mayoría, generando desde aplicaciones hasta temas de iconos, audios, videos, ediciones fotográficas, etc.
Suena irónico que en una sociedad que lucha por sus libertades tanto individualidades como colectivas, aunque el egoísmo prime como modelo social, estemos siempre con nuestro smartphone, el mismo que le está dando información a los de arriba de donde estamos, quienes somos, que estamos haciendo, un amplio etc. Somos datos que van de un sitio para otro, datos que luego serán vendidos para que nos ofrezcan publicidad de todo aquello que nos interesa. Estamos atados a un smartphone que va soltando datos sobre nosotros, y lo hemos aceptado, hablamos de libertad mientras se sabe cada uno de nuestros pasos. Pero eh, tranquilo, instalaré un navegador en mi smartphone que respete mi privacidad, ahí, con un par. Hemos creado esa sociedad que necesitar estar en todo momento generando problemas que no teníamos, hemos aumentado el número de personas con problemas de dependencias, con baja autoestima por ese bombardeo constante del culto a la belleza que llega a nuestros smartphones, una sociedad que ante un problema se agobia, cunde el pánico, porque como nos quedemos sin batería ¡el mundo se acaba! ¿Una persona sin smartphone en la calle? ¿pero que clase de bicho raro hace eso? Déjame decirte algo: es una persona feliz que vive su vida, no la lleva en un smartphone. Pero nos han hecho creer que necesitamos nuestros smartphones, que tenemos que estar siempre alerta, se debe saber en todo momento donde estamos, “es por seguridad”, irónico.
Y no, esto no viene de no usar un smartphone, es saber que no debemos dejar nuestra vida en sus manos. Si nos dicen que tenemos que tener siempre encima nuestro smartphone por si pasa algo, no nos están protegiendo, nos están inculcando miedo, y con el miedo se controlan a las masas. Porque si nos ponemos a pensar los mejores momentos los vivimos con gente, quizás en soledad si no somos muy sociables, sin necesidad de un smartphone ¿sabéis? Se puede salir de casa sin un smartphone y a pesar de ello, seguir viviendo porque en ese caso solo tu eres dueño de tú vida, no un dispositivo que has dejado en casa y que seguirá estando ahí cuando regreses y mucho menos te dará un par de besitos o un abrazo, eso te lo darán aquellos de los que puedes disfrutar sin un smartphone de por medio.
text/gemini
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