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Acéptate…
No es algo que Instagram quiere que hagas, no te aceptes, al fin y al cabo no eres perfecto y nosotros vamos a mostrarte como debes vestir, que complementos tienes que llevar, que corte de pelo te vamos a recomendar nosotros, que ni siquiera te conocemos ni nos importas, así que no, no te quieras, nosotros te vamos a enseñar.
Y quizás Instagram sea la red social de la estética por antonomasia, la red social del culto al cuerpo, de la vida perfecta sin hacerse preguntas. La red social basada en fotografías y videos cortos (que si, que se llaman “reels”...pero no dejan de ser videos cortos solo que le vamos a poner un nombre en inglés para que quede más fashion) es una red social que parte del culto a la belleza estética, mires por donde mires siempre vas a tener algo que te diga como tienes que vestir, como tienes que maquillarte o que alimentos tienes que comer. Quizás hayamos aceptado y dado por válidas algunas ideas y conceptos que no hacen más que frenar a la gente. No vamos a decir que Instagram sea una mala red social, al fin y al cabo siempre vamos a defender la libre elección, debe ser cada persona la que piense que es lo que más le conviene sabiendo que existen alternativas, nunca imponer, siempre dar libertad de elección.
Que Instagram muestre un culto al cuerpo debería hacernos plantear que modelo social hemos aceptado en el que una determinada estética es aceptada y otra no. Porque si algo nos ha enseñado Instagram es a que los cuerpos de mujer deben ser delgados, sin bello alguno, deben tener algo de gimnasio (si es más, tranquila, no importa), una larga melena y vestir de una determinada manera ¿gente rellenita? Tú fuera. Por otro lado los hombres debemos tener un cuerpo trabajado en gimnasio, sin pelo en el pecho, deben tener el cabello corto, bien afeitados y deben mostraste atentos, caballerosos y educados, lo que se dice: a la antigua usanza, evolucionar lo llaman. Nadie cuestiona si esos son los cuerpos que se mueven por la sociedad, que ya os lo digo yo: no lo son. Instagram se mueve por estética y como no entres en esos cánones lo siento, no queremos gente fea, eso si, acéptate tal y como eres, el cinismo en estado puro.
Hemos permitido que se cualifiquen los cuerpos ¿y no aceptar curvas o gente salvaje? Lo siento pero, y al menos para mi, no compro. Instagram nos ha enseñado que es la vida perfecta sin preguntarnos que es la perfección, una vida en playas paradisíacas (termino el cual también deberíamos preguntarnos que significa, porque a más de uno nos sueltan en una librería a solas y lo consideramos paradisíaco), una vida rodeada de gente “guapa”, de bailes en discotecas y vacaciones perpetuas ¿alguien trabaja? ¡por favor, eso es de gente fea! Hemos aceptado normalizar unos patrones de vida que no existen, de la misma forma hemos aceptado que la palabra “belleza” vaya acompañada de una serie de complementos que no siempre gustan ¿alguien se a preguntado que es belleza? Cada persona podría definirla a su manera y todas las respuestas serían distintas y no por ello menos validas, la libertad de definición debería prevalecer, que a una persona le guste no implica que tenga que gustarle a todo el mundo.
Pero si algo nos ha mostrado Instagram es a crear “Influencers”. Nadie se a preguntado que es realmente un Influencer. Hace gracia pensar que, y tirando de definiciones en la red Influencer es “persona que influye y que tiene credibilidad”, ahí ya he dejado de leer ¿credibilidad en una red social basada en elementos superficiales? Venga ya...Pero si somos capaces de pensar por nosotros mismos podemos definir que “Influencer” viene de influir. Siempre he tenido una voz interna en este aspecto que se dice:
- Hola, soy Influencer
- Ah ¿y en que influyes?
-No, le digo a la gente como debe pensar
- Eso se llama psicólogo.
- No, no, a como debe vestir y esas cosas
- Eso se llama asesor de imagen.
- Pero en general, también alimentación.
- Eso se llama nutricionista…
- Ya pero, no es...-
- Asúmelo, eres gili*** s
Que no decimos que la gente no los siga, pero si que sean capaces de tener decisiones propias. Si algo te gusta hazlo, y no porque alguien te lo diga ¿te gusta una prenda? Pontela, ¿te apetece comerte algo? Hazlo. Es simplemente tener libertad para elegir sin que nadie ni nada te diga que o como debes hacer algo o dejarlo de hacer.
Una de las cosas que mejor recuerdos me trae de Instagram no es otra cosa que cuando eliminé la cuenta ¿estar en un lugar donde el culto al cuerpo predomina provocando que gente que baja autoestima se deprima? (no es mi caso…) Lo siento por no puedo estar en un lugar como ese. Y lo reconozco: me siento más libre, no tengo que estar pendiente de un like o de ver quien me sigue o me deja de seguir, ya no pierdo el tiempo viendo cosas superficiales y gente que me resulta indiferente. Y ante todo, no valoro a la gente por su estética o físico, me resulta indiferente, la tolerancia está ahí, eres distinto a mi ¿y? Mientras me trates con educación todo irá bien, la practica de “si estás en una sala a oscuras con una persona y no puedes ni ver ni tocar, solo escuchar, y a pesar de ello no quieres salir de la sala...esa persona tiene que estar en tu vida”, es una practica genial para huir de la superfecialidad que Instagram nos ha mostrado.
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